me avejenta las manos
escribo en contra de mi boca
por no querer que escriba
y acercarla a sus labios
a cada verso que escribo
se me aletarga el alma
por ser un descreído
de mi propia convicción
y no estar aquí
a la fuerza del silencio
que me invento
para escribirle a esa mujer
con cada verso pago un viaje
que no hemos hecho aún
a esa mujer que escribo
cuando no escribo
la pienso
pierdo el hambre de escribir
y con la pluma solo trazo círculos
para rodear y resistir
eso que se siente dentro
como ganas de estar
con esa mujer.